sábado, 12 de mayo de 2018

El Obispado de Telde, primera diócesis católica de Las Islas Canarias.

Durante la segunda mitad del siglo XIV, las expediciones a las Islas Canarias empezaron a ser más activas, se puede estimar que eran casi anuales. A pesar de ello la documentación de la época es escasa, sin embargo, estos primeros viajes tuvieron una notoria repercusión para la futura colonización y conquista de las islas.

      Estos primeros periplos tenían como objetivo: la exploración; la captura de aborígenes para reducirlos a la esclavitud; y la evangelización, que es el tema en que nos centraremos en el presente artículo. Estos primeros navegantes fueron sobre todo mallorquines y catalanes que actuaban como súbditos de la Corona de Aragón.

      Las empresas evangelizadoras mallorquinas y catalanas comenzaron desde el año 1351, cuando el Papa Clemente VI, (a instancia de los propios mallorquines) dictó la bula denominada «Coelestis rex regum», por la cual se erigía el obispado misionero de Fortuna, o también conocido como Obispado de Telde, bajo dependencia directa de la Santa Sede, el primer obispo titular de la diócesis fue el carmelita Fray Bernardo. En el año 1352 el obispó participó en la expedición que estableció la sede en Telde, donde se construyó el primer «Almogarén» o «casa de oración» cristiano de Canarias. Durante este primer periodo misional se destinaron a las islas limosnas, víveres, y sacerdotes procedentes de los centros apostolados de la Corona de Aragón. Siendo obispo el franciscano Fray Bonanat Tarín, tuvieron lugar las expediciones misionales de los años 1370 y 1386. En estas últimas expediciones misionales llegaron varios anacoretas que se establecieron como tales en Gran Canaria.


      De esta forma fue como se instauró el primer obispado de las Islas Canarias que fue básicamente el primer intento de evangelización de las islas, el cual terminó fracasando debido al malestar de los aborígenes canarios a causa de las razias de piratería por parte de los europeos. Ante estos acontecimientos, como represalia, los naturales acabaron martirizando a varios misioneros eremitas que finalmente fueron arrojados en la sima de Jinámar en 1493. El obispado fue abolido a finales del siglo XIV, no obstante, siglos más tarde resurgió como diócesis titular, es decir que existe solamente su título, pero el obispado está extinto, por tanto se trata de un título de carácter simbólico. El título actual de arzobispo titular de Telde lo ostenta el sacerdote italiano Giampiero Gloder, nombrado en 2013 por el Papa Francisco. En el escudo de la ciudad de Telde, se observan una simbología que recuerda este pasado como diócesis, en el emblema teldense se puede apreciar dibujado el báculo episcopal, y además una leyenda latina que reza así; «Fortunatarum Prima Civitas et Sedes», que atestigua de este modo, que fue Telde la primera ciudad y sede episcopal de las Islas Canarias.

viernes, 22 de diciembre de 2017

Los pueblos Godos: el ejército (Parte II)

En este siguiente apartado nos centraremos en el ejército godo y volveremos a tomar como referencia los «Comentarios de la Guerra de las Galias» de Julio César, ya que, sin duda, es una de las fuentes básicas para documentarse acerca de los métodos bélicos de las diferentes tribus germanas y con ello nos permitirá conocer algo más acerca de los godos de la época tardía, porque la estructura básica del ejercito godo estaba tradicionalmente influenciada por los antiguos pueblos germánicos. En los primeros enfrentamientos con los romanos, el ejército godo carecía de un sistema de estrategia definido, no obstante, sólo cuando lograron a un territorio permanente consiguieron agruparse bajo la figura de un caudillo o rey. Normalmente en un principio usaban tácticas sencillas, habría que esperar a que se incorporasen como grueso militar de las legiones romanas durante el periodo tardío, para que los godos desarrollasen técnicas de guerra mucho más complejas. Como es común en los pueblos de origen nómada, en el momento de marchar a la batalla la totalidad del pueblo lo hacia también, incluyendo mujeres, niños y ancianos, en definitiva todos aquellos que tuviesen la fuerza suficiente para portar un arma.

En los escritos de los «Comentarios de la Guerra de las Galias», César describe un sistema militar germano claramente organizado que funcionaba gracias al reclutamiento anual de soldados de las diferentes regiones tribales. Por tanto, es bastante factible que sus unidades tácticas estuviesen compuestas por una agrupación de tribus de un mismo clan. Siglos después, este sistema militar también ejerció una importante influencia en los pueblos godos que dominaron Europa. La manera de combatir de los germanos era en formación cerrada, por lo general en modo de falange. Hay que tener en cuenta que durante el periodo romano tardío la inmensa mayoría de las legiones romanas estaban compuestas por mercenarios godos, gracias a ello, conocieron un buen número de tácticas y técnicas de asedio que luego fueron usadas en las invasiones contra Roma. Esta barbarización del ejercito fue debida a la multitud de guerras civiles que asolaron al imperio a partir del siglo III, y así a causa de esta pérdida de hombres, el ejército romano tuvo que hacer frente a un serio problema, la escasez de soldados romanizados a los que reclutar, para solventar este agravio las elites castrenses romanas se vieron obligadas a reclutar a hordas de mercenarios germanos, sin embargo, lo que en un primer momento fue una solución, a la larga se convertiría en una grave problema para Roma, ya que esos mismos mercenarios germanos aprenderían las técnicas romanas de guerra que luego usarían en detrimento del propio Imperio Romano. Un ejemplo de las consecuencias desastrosas que tuvo esta problemática realidad para Roma fue la batalla de Adrianópolis (año 324) en la cual el ejercito godo venció de manera contundente al a las fuerzas de combate romanas. Tan rotunda y drástica fue la derrota romana que tuvo como consecuencia la muerte del propio emperador Valente. Y como consecuencias a largo plazo, produciría un vacío de poder militar en la parte oriental del imperio que permitiría al rey Alarico I saquear Roma en el año 410.

Al contrario que las homogéneas legiones romanas imperiales, el soldado godo no vestía uniformado, este hecho se debe probablemente a la influencia cultural de las antiguas tribus germanas que huían de la uniformidad buscando la individualidad en la contienda. En consecuencia a esto, la apariencia del soldado godo no se diferenciaba para nada de la del civil y el campesino, ya que por lo general se ataviaba con un sayo de lana o piel, y un gran calzón forrado. En lo referente, a las protecciones personales debemos decir que no estaban muy extendidas en las huestes godas debido a que suponían un elevado coste solventarlas. No obstante, normalmente iban equipados con yelmo y con cota de malla como medida de protección personal. El escudo que usaban era ovalado o rectangular y estaba hecho de madera y cuero con un umbo metálico en el centro cuya función era la de golpear al adversario.

Las armas ofensivas de las que disponía el soldado godo de infantería eran muy variadas. Sabemos que usaban arcos y ballestas aunque se conocen pocos detalles técnicos al respecto. Sin embargo debemos afirmar que tenían fama de ser habilidosos arqueros y ballesteros. Los tipos de lanza que utilizaban eran de formas muy diversas pero casi siempre solían tener la punta de hoja. Una de las lanzas más conocidas que podemos citar es un tipo de lanza llamada «menaulo» deudora del pilum romano usada como arma arrojadiza. Otro tipo de arma arrojadiza que empleaban era el hacha de un solo filo conocida como «franciscana» o «securon». Esta hacha era de origen franco. También como arma de mano usaban la maza de hierro. Las espadas eran de diversos estilos y todas eran de dos filos, naturalmente la más celebre era la «spatha» de origen germánico, esta clase de espada podía medir entre 90 centímetros y un metro y era usada como arma larga. Recordemos que en la época clásica tardía el ejército romano se germanizó, por tanto, durante este período la spatha formó igualmente parte del armamento del legionario romano. Por último, debemos mencionar que el soldado godo solía llevar consigo un puñal o cuchillo corto de un solo filo llamado «scrama».

Históricamente se considera que el ejército godo era una fuerza de infantería, es decir, compuesto en su mayor parte por hombres a pie. Por lo tanto, la caballería tenía una función complementaria y de apoyo para la infantería. Así pues, su competencia era hostigar a los flancos del enemigo y también defender los propios. O bien dispersar a la caballería contraria o perseguir al enemigo cuando éste salía en desbandada del combate para darle el golpe de gracia. En consecuencia a su empleo como complemento táctico la caballería estaba limitada a un número de hombres suficiente para el séquito del caudillo o del rey. Asimismo, muchas veces el jinete godo desmontaba y combatía a pie.

En lo que corresponde a la protección personal, insistiendo nuevamente, debemos recordar que las corazas estaban poco extendidas entre los soldados debido a que dicho equipamiento era costoso de financiar. Aún así algunos jinetes llevaban corazas adquiridas en sus saqueos o guerras. Esas corazas por lo general eran lóricas de escama de hierro, pero también en la caballería se usaba la cota de malla. El casco del jinete consistía en un yelmo sin visera y con forma cónica y como protección para las piernas podía llevar espinilleras. Como uso general portaba un escudo redondo y llevaba consigo su lanza de acometida y su spatha. En cambio, la caballería ligera era mucho más numerosa, y hacían uso de jabalinas, escudo, espada y arco con doce flechas. Los godos asimilaron de los alanos y sármatas el uso del estribo en su caballería. Esta pieza fue fundamental para una mayor efectividad en la batalla del jinete godo. Ya que le permitía usar las dos manos para portar la lanza y el escudo, y asimismo le permitía tensar el arco y disparar sin perder el equilibrio motando en el caballo. Con el paso de los siglos la caballería iría adquiriendo un mayor protagonismo como fuerza de choque, y los ejércitos irían teniendo en el grueso de sus filas un mayor número de jinetes.


En la guerra de asedio y toma de ciudades, los godos y los demás pueblos bárbaros carecían de tecnología de asedio. Por lo tanto, tomaban las ciudades amuralladas mediante el sitio y cortando los suministros de alimentos, hasta que éstas se rendían por el hambre y la escasez de agua. No obstante, siglos después, los godos recogerán el legado de la Roma clásica y asimilarán sus tácticas militares y su tecnología de asedio. Y así los godos llegaron a convertirse en maestros del asedio, utilizando todo tipo de maquinaria procedente del mundo romano tales como: «arietes», «torres de asalto», «catapultas», «escorpios» y «litobolos romanos».

Como hemos podido comprobar, en estos dos artículos acerca de los pueblos godos su historia cultural se fundamenta en el pasado de los pueblos germánicos asentados en el continente. Siglos después, en el período clásico tardío, los godos asimilaron el legado de la antigua Roma y perfeccionaron de una manera extraordinaria sus táctica militares, y su tecnología armamentística, también adquirieron el sistema jurídico romano y sus técnicas de arquitectura. La desaparición de los pueblos godos está relacionada con el declive de sus reinos, fue decisivo para este hecho histórico la invasión musulmana a España, y la invasión de los bizantinos y posteriormente los lombardos a Italia, asimismo la cultura goda se diluyó con la asimilación del legado de la cultura romana. La rama de los godos que más tiempo perduró fue la de los pueblos godos asentados en Crimea, los cuales cayeron en manos de los turcos en el año 1475. Sin lugar a dudas los godos también dejaron su legado cultural a la generaciones venideras, testimonio de ello son los esplendidos monumentos construidos en los reinos que dominaron, como asimismo la influencia lingüística en las distintas lenguas que nacieron tras la desaparición de los godos.

miércoles, 6 de diciembre de 2017

Los pueblos Godos: orígenes y creencias religiosas (Parte 1).

Un origen difuso:

Al igual que las raíces de otras muchas civilizaciones, si buscamos el origen de los pueblos godos lo encontraremos diluido entre el mito y la realidad histórica que se confunden inevitablemente con el transcurso del tiempo. Según cuenta la leyenda todos los godos descienden de un dios-rey llamado Gaut, las fuentes históricas relatan que la tierra de origen de este fornido pueblo está al sur de la península Escandinava y se dice que los godos emigraron de ahí cruzando el mar Báltico hasta el norte de la actual Alemania, y desde allí llegaron siglos después a las orillas del mar negro. A partir del desembarco en el continente europeo, se diferenciaron en dos grupos, los baltos que posteriormente se denominaron visigodos, y los amalos, que fueron conocidos como ostrogodos.


La división de los godos en dos ramas designadas visigodos y ostrogodos empieza a ser mencionada entre los siglos III y IV de nuestra era. Existen varias teorías para explicar esta distinción, entre ellas, la más aceptada, apela a que dicha diferenciación se debió a un motivo de ubicación geográfica de ambos pueblos una vez establecidos en el continente europeo. Así pues, los visigodos asentados en las llanuras danubianas eran reconocidos como los godos del oeste, mientras que las poblaciones establecidas al este del río Dniéster en las tierras colindantes al mar Negro se les llamó ostrogodos. También, se acepta de forma unánime usar el término de visigodo para aludir a los tervingios que etimológicamente puede significar «gente de los bosques», de la misma manera se relaciona a los ostrogodos con los greutungos «gente de las estepas».

En la obra de Julio César titulada Comentarios sobre la Guerra de las Galias, que el autor escribió en tercera persona, presentó a todas las sociedades germanas que vivían al otro lado del Rin como un imperio germánico unificado, algo bastante alejado de la realidad ya que eran pueblos tribales. Sin embargo, esto no fue una simple mala interpretación o despiste por parte de Julio César, más bien fue una astuta estrategia política para ganarse el favor del Senado y así justificar sus campañas militares contra dichos pueblos. De manera ladina, los mostró como una fuerza política unida para dar la impresión de que eran una amenaza eminente. Es por este hecho, que se les atribuía el nombre de germanos a todos los pueblos tribales que habitaban a partir de la rivera oriental del río Rin, concretamente uno de estos pueblos, los godos, ejercerá un protagonismo fundamental en la historia durante la antigüedad clásica tardía. Ya que, después de la caída del Imperio Romano ellos recogieron el legado cultural de la antigüedad grecorromana.



Religión, o bien, creencia espirituales:
Según el historiador francés Georges Dumézil en la antigua sociedad indoeuropea existían tres deidades fundamentales que representaban: autoridad, poder y fecundidad. Estos atributos se encontraban también en los tres dioses principales del panteón germano: Wotan, Thunar (Thor) y Frey que eran comunes en todos los pueblos germanos.
Asimismo, hay una agrupación de dioses que fue habitual en los pueblos germanos. Principalmente, los dioses germánicos se diferenciaban en Ases y en Vanes. Los primeros encarnaban la guerra y tenían funciones religiosas y aristocráticas. Por el contrario, los vanes eran espíritus con una función mediadora, es decir, todos los bienes conseguidos por el hombre se debía a la intervención de los vanes. Es por ello, su carácter benevolente y su estrecha relación con la fecundidad. Así pues, también se les ligaba con el comercio, la navegación y la fortuna. Los antiguos creían profundamente que la morada de los vanes se hallaba en la misma naturaleza, en los bosque y en los prados.
Hay pocas fuentes escritas sobre la antigua religión pagana de los pueblos nórdicos, la información principal de las antiguas creencias de las sociedades tribales germanas pre-cristianas la encontramos en las Eddas y en manuscritos irlandeses que fueron escritos después de la era vikinga. También, encontramos una importante fuente de documentación en la obra llamada Getica escrita por el historiador Jordanes, publicada en el año 551 d.c., en la que además de hablar del origen y la historia de los godos nombra algunos cultos y rituales religiosos.

Los antiguos godos fueron un pueblo belicoso por excelencia y por tanto partiendo de este contexto antropológico debemos tener en cuenta que desarrollaron un culto espiritual estrechamente relacionado con esta realidad. En consecuencia a estás premisas, el culto a un dios furibundo de la guerra fue bastante común en los antiguos germanos. Dicho dios al que ya hacíamos alusión con anterioridad es conocido normalmente como Wotan, para los godos Gaut, padre de la patria goda, y es considerado el dios principal del panteón germánico. Acerca de los ritos y cultos de la antigua religión germana ha llegado hasta nuestros días poca información, al igual que ocurre con la mayoría de las religiones paganas europeas. No obstante, gracias a los escasos escritos históricos que se han conservado podemos nombrar algunos de esos rituales, como el dedicado a Wotan (Gaut) que consistía en un sacrificio que podía ser tanto humano como animal, que tenía como propósito apaciguar al dios mediante el derramamiento de sangre. Otro rito relacionado con este dios era la entrega de unas ofrendas, para así, consagrarle porciones del botín de guerra. También, otra ofrenda consistía en colgar las armas capturadas al enemigo en un árbol sagrado. Los sacrificios de vidas y ofrendas ofrecidas al beligerante dios, normalmente se realizaban en los bosques, ya que estos espacios naturales eran considerados como un santuario sagrado. Deidades como Frey, Nerthus y Freyja eran imprescindibles en los ritos y celebraciones de los antiguos germanos, éstos ídolos se solían representar llevando un carro. Había un festejo relacionado con ellos, y por lo general, tenía lugar en primavera. Se trataba de una procesión en la cual un sacerdote conducía un carro en donde se encontraba la estatua del dios, acto seguido, se realizaba un banquete en el que se consagraban ofrendas a la divinidad.

El don de hacer vaticinios tenía una gran importancia en las creencias espirituales de los pueblos nórdicos y este fenómeno sólo era posible mediante el contacto con los muertos, ya que ellos podían discernir el futuro. Y es aquí donde tenían un papel fundamental las «walas» a la hora de contactar con el más allá para interrogar a los difuntos. Normalmente, la gran mayoría de los pueblos germanos consideraban que sólo la mujer tenía el don de la adivinación a excepción de algunos sacerdotes. A modo de curiosidad, cabe decir que la palabra inglesa witch que significa «bruja» deriva del nombre que recibían estas antiguas sacerdotisas llamadas «walas». Una de las walas más conocidas en la cultura popular fue Veleda, la sacerdotisa que durante la rebelión de los bátavos auguró las victorias iniciales de los germanos.

A parte de los dioses que he mencionado anteriormente, con toda seguridad el panteón germano debía tener una larga lista de dioses menores y héroes de los cuales se desconocen sus nombres. Se podría asegurar que sus principales dioses son los que he citado hasta el momento: Wotan (Gaut), Thunar, Frey, Nerthus, Freyja, todos ellos adorados normalmente en todos los pueblos germánicos, aunque en algunas tribus con diferentes nombres, y por consiguiente, éstos son los mas importantes. No es de extrañar que los viajeros identificasen a sus dioses en la facción vecina o rival, ya que la gran mayoría de las veces ese dios tenía los mismos atributos que el dios de su localidad natal.

Como hemos comentado, la guerra tenía un significado especial para el hombre germano, ya que además de ser su modo de vida, explicaba su realidad. Es por ello, que la valentía demostrada en la batalla se consideraba una virtud universal. Y esa manifestación de virtud tenía una recompensa: el «walhall», la gran sala sobre los montes de Asgard en la que Wotan cobijaba a sus héroes hasta que llegara el día del Crepúsculo de los Ases «Ragnarök». Las deidades encargadas de llevar a los guerreros más heroicos a la gran sala de Asgard eran las valquirias, divinidades guerreras femeninas que servían a Wotan bajo el mando de Freyja.



De manera general y tal vez cayendo en tópicos describiré a continuación los atributos que poseía para los germanos, cada dios que he nombrado:

Wotan (Gaut): es el dios supremo del panteón germánico, representa la guerra y es el padre de la patria goda.
Thor (Thunar): es el hijo de Wotan, sus atributos son el trueno, la lluvia y el viento, lo identificaban con la fuerza y el coraje en la batalla.

Freyr: dios solar, representa la lluvia, las cosechas y la fertilidad. Por tanto, de él dependía el crecimiento de las plantas y de las cosechas. Tenía un corcel veloz que se movía tan rápido como el viento, normalmente este dios se le representaba en un carro tirado por un jabalí de poderosos colmillos.

Nerthus: es La Madre Tierra, representa todo lo que acontece en la naturaleza, es el símbolo de la fertilidad.

Freyja: es la diosa del amor, la belleza y la fertilidad, (se le identificaba con Venus). Se le representaba montada en un carro tirado por gatos.

Laugiz: conocido siglos después por los vikingos como «Loki», es el dios más controvertido del panteón germánico. Se le suele asociar con el fuego, y el engaño. Prueba de esta ladina capacidad para el engaño y la trampa, la podemos ver en las Eddas donde Loki manipula a varios dioses para sus fines jugándoles más de una trastada.

martes, 5 de diciembre de 2017

Nueva Cádiz: La primera ciudad colonial de América del Sur.


La arribada de Cristóbal Colón al Nuevo Mundo conllevó a la fundación de grandes ciudades coloniales a lo largo del continente en las décadas venideras a 1492. También acarreó guerras de conquista, pero más allá de la sangre derramada, la llegada de los castellanos implicó una nueva visión cultural, un nuevo arte y estilo arquitectónico urbano y por supuesto una nueva religión. En definitiva, la súbita aparición de esos hombres blancos y barbados, para bien o para mal, cambió de forma radical la visión de la realidad que tenían los pueblos precolombinos. El primer núcleo urbano estable en América, como bien conocemos, fue Santo Domingo, que llegó a ser una próspera ciudad colonial ya que era la puerta de entrada al mar caribe. Sin embargo el mérito honorífico de ser la primera ciudad colonial de gran importancia en América del Sur le correspondió sin lugar a dudas a Nueva Cádiz. Este asentamiento castellano fue fundado precisamente bajo la jurisdicción de la Audiencia de Santo Domingo en la región insular que actualmente pertenece al Estado de Nueva Esparta, en Venezuela. Se trata de un archipiélago del mar caribe compuesto por tres islas: La Isla Margarita (la más grande), la Isla de Coche que es solamente un islote, y por último la Isla de Cubagua donde fue levantada Nueva Cádiz en la primera mitad del siglo XVI.
 La Isla de de Cubagua con una superficie de 22 km2 es un páramo desértico ubicado frente a las costas orientales de la península de Araya. Debido a su clima árido y cálido la isla no tiene cauces naturales de agua permanente, sin embargo sí hay quebradas, o bien barrancos por donde suele pasar el agua de manera temporal. La isla presenta una vegetación con formaciones herbáceas y su fauna es en cierta manera diversa, aunque la fauna más importante es la marina. Existen diferentes especies de aves marinas tales como gaviotas y pelícanos y aves no marinas como pericos. En su litoral existen numerosas especies, como caracoles, ostras, erizos, cangrejos y una buena variedad de peces. Al contrario que la marina, la fauna terrestre es muy escasa, tan sólo existen algunas poblaciones de conejos. Pero el bien natural más preciado de Cubagua eran las ostras perleras, cuando llegaron los españoles a la isla era un lugar rico en ostrales, y precisamente la economía de Nueva Cádiz se basó en la explotación de perlas, y esa misma razón fue por la cual se fundamentó la existencia de la ciudad. Como curiosidad, a parte de las ostras perleras, uno de los recursos naturales más llamativos de la isla es el petróleo. Situándonos en la costa norte encontramos una pequeña corriente de petróleo natural en le agua. Este recurso fue conocido por los nativos prehispánicos ya que se tiene constancia que lo usaban para la protección de las canoas y para prender las antorchas. También sabemos que los castellanos exportaban petróleo de Cubagua a Europa como un producto exótico. 


La ocupación colonial de la Isla de Cubagua estuvo marcada por dos fases, siendo la última la de mayor prosperidad. En su primera etapa la isla empieza a ser poblada para la explotación de rancherías perleras desde principios del siglo XVI, finalmente, en 1520 estalla una rebelión de nativos que acaba con estos primeros habitantes. Llegado el siguiente período de ocupación que abarca de 1521 hasta 1543. Cubagua alcanza su mayor auge gracias a una notable transformación urbanística. Debido a esta considerable progresión el asentamiento adquiere el rango de villa y más tarde el de ciudad. Prácticamente, se puede decir que el período de mayor actividad humana en la isla comprende entre los años 1510 y 1544. Aunque la arqueología no descarta la llegada de grupos humanos de manera esporádica después de esas fechas. Lo cierto es que durante su época de esplendor Nueva Cádiz se convierte en una ciudad autónoma, administrada por un cabildo propio, y como consecuencia fuera de la administración de una provincia. El ámbito administrativo de Nueva Cádiz también englobó la costa de Cumaná, ya que allí adquirían diferente recursos: agua, leña, frutos y nativos para la pesca de perlas.

Como hemos citado la fecha del primer asentamiento colonial corresponde de 1510 hasta 1520. Este primer enclave tan sólo estaba formado por campamentos temporales, para la explotación de los recursos de la isla. Las casas donde vivían los trabajadores solamente eran humildes chozas hechas de cañas entretejidas y unidas con una mezcla de tierra húmeda y paja. Es muy probable que el suministro de agua para el consumo de los trabajadores fuera un problema constante ya que la isla carecía de este bien, es por ello, sin duda, que la importación de agua desde la península de Araya y el resto costa continental venezolana fuese fundamental para abastecer a los lugareños. El deseo de conseguir una mayor producción de perlas conllevó a que los nativos de la zona fueran esclavizados sin piedad, sin embargo, ante estas condiciones de trabajo tan abusivas, más de un centenar de nativos terminan rebelándose y destruyendo los campamentos coloniales.

En 1521 la Isla de Cubagua se empezó a poblar nuevamente. Para favorece la llegada de nuevos habitantes el Alcalde Mayor se encarga de repartir nuevos solares vacíos. Es en esta segunda ocupación colonial cuando la isla se convierte en un núcleo urbano de mucha importancia. En 1526 el asentamiento adquiere la categoría de villa pasándose a llamar «Villa de Santiago de Cubagua». Y gracias a la real cédula del 13 de septiembre de 1528 promulgada por Carlos I se le otorga el rango de ciudad, esta vez se le cambia el nombre por el de «Nueva Cádiz de Cubagua» y se le dota de un escudo de armas propio. A partir de 1528 la ciudad llegó a tener más de mil habitantes incluyendo a los indios y negros. Este auge demográfico hizo de Nueva Cádiz de Cubagua una ciudad colonial de notable importancia.

Este período de gran productividad fue posible gracias a la creciente industria de las perlas. Los beneficios obtenidos con la explotación perlera permitieron construir una ciudad ordenada por calles pavimentadas, la avenida más grande llegó a tener 300 metros, Nueva Cádiz también contó con plaza mayor, iglesia, conventos y mercado. Los edificios de mayor importancia en la ciudad fueron, el convento de San Francisco, la ermita de Nuestra Señora de la Concepción y el Ayuntamiento que estaba cercano a la playa. En un primer momento las casas construidas en los solares vacíos fueron de madera y caña, luego con el paso del tiempo las casas empezarían a construirse de barro, piedra, ladrillos y tejas. Debido a la falta de leña los lugareños no emplearon la técnica constructiva de cal y piedra. Para solventar este inconveniente utilizaron en sustitución de la cal un material hecho de moluscos triturados aderezados con arena.


El resto de las ganancias de la producción de perlas se destinó al pago de los dividendos a los dueños de la explotación y a financiar el alto nivel de vida de la elite local. También una parte de los ingresos fueron a las arcas del Estado. Y esos mismos ingresos estatales fueron utilizados para hacer una política destinada a fortalecer el poder imperial de Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano.

Aproximadamente, en 1538 Nueva Cádiz comienza a entrar en decadencia por la sobreexplotación de los ostrales que terminó mermando la industria de perlas. En consecuencia con esta realidad a las autoridades locales no les quedó más remedio que establecer una nueva ranchería en Guajira. De este modo los lugareños empezaron a abandonar la ciudad. En los años venideros dos acontecimientos terminaron por darle el golpe de muerte a la Ciudad de Nueva Cádiz. El primer revés, fue en noviembre de 1541, cuando la ciudad queda casi totalmente destruida a causa de un maremoto. Finalmente, estando la ciudad ya en ruinas, en julio de 1543 una pequeña flota de naves corsarias saqueó lo poco que queda en pie de Nueva Cádiz. Seguramente, el abandono de Nueva Cádiz estuvo condicionado por diversas causas, entre ellas: la falta de agua, los desastres naturales, los saqueos y la negativa de los indios a trabajar en pésimas condiciones. Sin embargo, lo cierto es que tal vez el motivo de mayor peso, fue el agotamiento de las ostras perleras debido a su explotación sin control. Por lo tanto la industria en la zona dejo de dar grandes beneficios y las autoridades se vieron obligadas a buscar nuevas zonas para la explotación de perlas, dejando así de ser la Isla de Cubagua un lugar de interés. No obstante, Nueva Cádiz no tendría un total abandono, en los siglos venideros las ruinas de la ciudad serían ocupadas por viajeros esporádicos, los fogones y restos humanos hallados in situ así lo atestiguan. Nueva Cádiz, floreció en una tierra seca y baldía, desafiando un entorno extraño con la fuerza que toda juventud de manera universal demanda, y así progresó, gracias a los generosos recursos del mar. Pero, esa ley eterna e inexorable para todo lo humano también demanda igualmente una vejez y un ocaso. Unos melancólicos versos de la época, escritos por un poeta local, lamentan la destrucción de la ciudad, según el testimonio de Juan de Castellanos:

Aquí fue pueblo plantado
cuyo próspero partido,
voló por lo más subido,
mas apenas levantado
cuando del todo caído.


domingo, 3 de diciembre de 2017

El barranco Guiniguada en el contexto histórico insular.

Entre los lugares más históricos y emblemáticos de Gran Canaria, debemos nombrar sin lugar a dudas el barranco Guiniguada. Su topónimo es de origen prehispánico, y es muy probable que tenga una etimología bereber. Además, es bastante factible que dicho nombre haga referencia al nivel de las aguas que en su día corrieron por aquel lugar. A unos 1850 metros de altitud nace en el centro de la isla el barranco Guiniguada su curso transcurre por el territorio administrativo de Santa Brígida, dividiéndose ahí en tres barrancos tributarios: los barrancos de la Angostura, de Alonso y el de Santa Brígida. El Guiniguada tiene un recorrido en orden descendente de unos 22 kilómetros y en su trayectoria discurre por los municipios de San Mateo y el antes citado municipio de Santa Brígida hasta desaguar entre los barrios de Triana y Vegueta. Por tanto, es un camino natural hacia el interior de Gran Canaria.


Es posible que durante la época prehispánica en la vega del Guiniguada hubiese alguna pequeña aldea nativa, ya que las áreas en donde fluye de forma periódica el agua, bien de vital importancia para todo principio de vida, suele haber normalmente núcleos estables de población, debido a la fertilidad y a los recursos que puede ofrecer la zona. No obstante, se sabe que las aguas que en antaño fueron de curso constante en el Guiniguada, sirvieron como límite divisorio entre los guanartematos de Agáldar y Telde. Y fue en el Guiniguada, en la zona costera, donde el conquistador aragonés Juan Rejón fundó en un margen del barranco, río por aquel entonces: el Real de Las Palmas, campamento castellano que daría lugar a la actual ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. Por lo tanto, una vez terminada la conquista dicho campamento daría lugar a la construcción de la ciudad colonial. Aunque fue una ciudad pequeña en extensión, como consecuencia de su reducido número de habitantes. Ciudad pequeña claro está, si la comparamos con otras ciudades castellanas, o bien, con las ciudades coloniales de América de aquella época. Así pues, los límites de la antigua ciudad estaban marcados por dos murallas: una estaba donde se ubica en la actualidad el Hotel Parque. Y aún hoy, más al interior, donde está el Castillo de Mata, se conserva un fragmento de apenas 10 ó 12 metros de aquella muralla. La otra muralla ya totalmente desaparecida se hallaba donde está ahora el cementerio de Vegueta. En la ciudad de Las Palmas fueron edificaron los edificios más básicos y característicos que toda ciudad colonial española debía tener, entre ellos, se construyó la iglesia que más tarde sería catedral. El lugar elegido para levantar la actual Catedral de Santa Ana fue al otro margen del Guiniguada respecto al campamento, este recinto religioso tuvo varias etapas de construcción durante el paso de los siglos hasta tener el aspecto actual. Y justo enfrente del templo no podía faltar la plaza de Santa Ana. Asimismo durante la época colonial encontramos en la ciudad diversos edificios y construcciones, como el edificio de la Santa Inquisición, monasterios, el Castillo de Mata, torreones, el muelle de san Telmo, ermitas, y el hospital de leprosos, ubicado casi a las afueras de la ciudad. Y entorno a todo este desarrollo y actividad estaba el barranco Guiniguana, y alrededor de éste hallamos los barrios de Triana y Vegueta. El punto de partida de la expansión urbanística de la ciudad fueron los cascos históricos de Triana y Vegueta, esto fue posible, en el momento que fueron derribadas las viejas muralla durante la segunda mitad del siglo XIX.

El barranco Guiniguada, antes de la conquista y durante miles de años fue un río, es decir, el agua corría por su cauce durante todo el año. Aún en el siglo XVI fluían grandes cantidades de agua y fue necesaria la construcción de un puente de madera para poder cruzarlo. Según las crónicas, las crecidas del Guiniguada destruyeron centenares de puentes de madera a lo largo de la historia de la ciudad, hasta que a principios del siglo XIX el obispo financió la construcción de un puente de piedra. No obstante, hay que tener en cuenta que con la llegada de los castellanos se produjo una deforestación masiva de la isla, este hecho conllevó a que el nivel freático del suelo bajase considerablemente, y consecuentemente el Guiniguada terminó siendo un barranco. 

Durante la época prehispánica, la isla mantenía prácticamente toda su masa boscosa intacta, ya que los recursos de madera que consumía la población indígena, eran muy pequeños en relación a toda la masa boscosa. Por aquel entonces el tipo de árbol más común en la isla era la laurisilva, y en las zonas más cercanas a la costa había vegetación tipo termófila. Debemos tener en cuenta que Gran Canaria durante la época de la conquista tenía aproximadamente entre 30 a 40 mil habitantes y los nativos obtenían madera por métodos muy rudimentarios y artesanales. En consecuencia, gracias a esta tenue explotación, los bosques eran casi una fuente inagotable de material. Sin embargo, con la llegada de los castellanos y al finalizar la conquista, se introdujeron nuevas técnicas de producción, obviamente, más avanzadas, aparte la población de la isla también aumentó por la llegada de nuevos colonos. 


Por lo tanto, la producción de madera aumentó de forma radical, para múltiples usos: como carbón para la producción masiva de caña de azúcar, para la construcción de muebles, viviendas y también de barcos. A causa de esta sobreexplotación extrema de los recursos madereros, la masa boscosa fue desapareciendo poco a poco de la isla, y así con el paso de las décadas la masa boscosa de Gran Canaria se fue reduciendo drásticamente. Tomás Marín y Cubas, cronista del siglo XVII, ya habla como toda la zona de Tamaraceite, donde antaño había abundantes bosques de palmeras, ya habían desaparecido prácticamente por completo. De esta manera al ir desapareciendo la masa boscosa, las nubes originadas por los vientos alisios, al llegar a la isla ya no se encontraban con esta masa boscosa capaz de retener a las propias nubes, y por condensación, hacerlas llover. Por lo tanto, al estar ya la isla completamente deforestada, ya no habían bosques que atrapasen el agua de las nubes, en consecuencia, ya no descargaban nada de agua por no haber árboles que las retuviesen. Todos estos acontecimientos ocasionados por la actividad antropogénica, menguó los recursos hídricos de la isla. Y al menguar los acuíferos, las galerías subterráneas no recibían nuevos aportes hídricos, por tanto, no se renovaba el agua de los acuíferos, sino que éstos se iban consumiendo sin renovarse. Debido a que cada vez llovía menos, el agua iba saliendo de las fuentes y manantiales sin reponerse, entonces al llover menos, los ríos dejaron de llevar agua permanente, se secaron. Al secarse los flujos de agua permanentes se acarreó una aridez mayor en la isla. A grosso modo, esto es lo que ha ocurrido para que el Guiniguada y otros muchos barrancos de Gran Canaria dejasen de ser ríos.

A comienzos de 1970, empiezan las obras para la construcción de la actual autovía para facilitar el acceso al centro de la isla. Como he nombrado anteriormente el Guiniguada es un paso natural hacia el centro. En su recorrido por los barrios de Triana y Vegueta el barranco Guiniguada quedó canalizado por dos gigantescas tuberías subterráneas hasta su desembocadura en el mar, finalmente, fue cubierto bajo un manto de alquitrán por donde hoy transcurre la autovía. Hace algunos años atrás hubo alguna que otra tentativa para abrir nuevamente el Guiniguada, sin embargo, se quedó en nada, debido a la incapacidad del Cabildo para solventar los costes. Actitud, muy típica en la mentalidad de este país deshacer para volver hacer, y viceversa, sin una organización producente ni funcional, lógica.

Sin duda alguna, el cierre del Guiniguada fue una de las agresiones más notorias contra el patrimonio cultural e histórico de la isla. Aunque no es de extrañar dicho destino, ya que la difusión del patrimonio cultural, y la educación en general, es algo antagónico para estos dirigente que nos mal-gobiernan tanto a nivel insular, como nacional. Pero esa es otra historia. Lo cierto es que ya a comienzos de los años setenta el volumen del tráfico aquí en Las Palmas ya empezaba a aumentar, y se necesitaban nuevas carreteras que soportasen las nuevas cantidades de vehículos. Antiguamente se podía acceder desde la capital hacia el centro de la isla por donde están los barrios de San Roque y el Batán. Sin embargo, la carretera de aquel entonces era insuficiente para la magnitud de tráfico que ya generaba la isla. En ese momento ya Las Palmas rozaba los 300.000 habitantes, Gáldar tendría unos 10 o 15 mil, como mucho, mientras que Telde contaba con unos 50 ó 60 mil. Volviendo al tema, fuera de la capital encontramos tres pasos hacia el centro de Gran Canaria con carreteras muy antiguas, el primero en el norte, en Gáldar, que sube hasta la cumbre pasando por la caldera de los pinos. El siguiente, desde Telde, subiendo por una carretera que va por los pagos de Las Breñas y Cazadores, y después llega a la caldera de Los Marteles, y de ahí hacia arriba, ya estás en la cumbre, también. La última, carretera que accede a la parte central de la isla la encontramos en el municipio de Ingenio, y ésta sube por la Pasadilla. Actualmente aparte de la autovía que transcurre encima del Guiniguada, existe otra autovía en la capital que va hacia el centro de la isla, desde que abrieron el túnel de San José. La entrada está a la altura del polígono de San Cristóbal, pasa por debajo del barrio de San José, y va a parar a la rotonda de la fábrica de la cerveza tropical. Es razonable, que en aquella época, era mas viable, económicamente hablando, tapar y entubar un simple barranco con unas tuberías, antes que traer unas costosas tuneladoras para perforar toda una montaña, habría que haberlas traído desde la península, o incluso desde del extranjero.


A modo de conclusión, debemos decir que a pesar de todos estos inconvenientes, si hubiese existido un plan urbanístico serio, cosa que nunca ha existido en el momento de planificar la ciudad durante su crecimiento urbano, y asimismo, un interés honesto de las autoridades por su conservación, tal vez no estaríamos hablando de la perdida del legado cultural e histórico del barranco Guiniguada. Sin embargo, en España nunca se ha mostrado interés por la conservación histórica, más bien, voluntad por manipularla con fines nacionalistas, o bien destruir lo que no interesa, como fue el caso del Guiniguada.

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El Obispado de Telde, primera diócesis católica de Las Islas Canarias.

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