Entre los lugares más históricos y emblemáticos de Gran Canaria,
debemos nombrar sin lugar a dudas el barranco Guiniguada. Su topónimo
es de origen prehispánico, y es muy probable que tenga una
etimología bereber. Además, es bastante factible que dicho nombre
haga referencia al nivel de las aguas que en su día corrieron por
aquel lugar. A unos 1850 metros de altitud nace en el centro de la
isla el barranco Guiniguada su curso transcurre por el territorio
administrativo de Santa Brígida, dividiéndose ahí en tres
barrancos tributarios: los barrancos de la Angostura, de Alonso y el
de Santa Brígida. El Guiniguada tiene un recorrido en orden
descendente de unos 22 kilómetros y en su trayectoria discurre por
los municipios de San Mateo y el antes citado municipio de Santa
Brígida hasta desaguar entre los barrios de Triana y Vegueta. Por
tanto, es un camino natural hacia el interior de Gran Canaria.
Es posible que durante la época prehispánica en la vega del
Guiniguada hubiese alguna pequeña aldea nativa, ya que las áreas en
donde fluye de forma periódica el agua, bien de vital importancia
para todo principio de vida, suele haber normalmente núcleos
estables de población, debido a la fertilidad y a los recursos que
puede ofrecer la zona. No obstante, se sabe que las aguas que en
antaño fueron de curso constante en el Guiniguada, sirvieron como
límite divisorio entre los guanartematos de Agáldar y Telde. Y fue
en el Guiniguada, en la zona costera, donde el conquistador aragonés
Juan Rejón fundó en un margen del barranco, río por aquel
entonces: el Real de Las Palmas, campamento castellano que daría
lugar a la actual ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. Por lo tanto,
una vez terminada la conquista dicho campamento daría lugar a la
construcción de la ciudad colonial. Aunque fue una ciudad pequeña
en extensión, como consecuencia de su reducido número de
habitantes. Ciudad pequeña claro está, si la comparamos con otras
ciudades castellanas, o bien, con las ciudades coloniales de América
de aquella época. Así pues, los límites de la antigua ciudad
estaban marcados por dos murallas: una estaba donde se ubica en la
actualidad el Hotel Parque. Y aún hoy, más al interior, donde está
el Castillo de Mata, se conserva un fragmento de apenas 10 ó 12
metros de aquella muralla. La otra muralla ya totalmente desaparecida
se hallaba donde está ahora el cementerio de Vegueta. En la ciudad
de Las Palmas fueron edificaron los edificios más básicos y
característicos que toda ciudad colonial española debía tener,
entre ellos, se construyó la iglesia que más tarde sería catedral.
El lugar elegido para levantar la actual Catedral de Santa Ana fue al
otro margen del Guiniguada respecto al campamento, este recinto
religioso tuvo varias etapas de construcción durante el paso de los
siglos hasta tener el aspecto actual. Y justo enfrente del templo no
podía faltar la plaza de Santa Ana. Asimismo durante la época
colonial encontramos en la ciudad diversos edificios y
construcciones, como el edificio de la Santa Inquisición,
monasterios, el Castillo de Mata, torreones, el muelle de san Telmo,
ermitas, y el hospital de leprosos, ubicado casi a las afueras de la
ciudad. Y entorno a todo este desarrollo y actividad estaba el
barranco Guiniguana, y alrededor de éste hallamos los barrios de
Triana y Vegueta. El punto de partida de la expansión urbanística
de la ciudad fueron los cascos históricos de Triana y Vegueta, esto
fue posible, en el momento que fueron derribadas las viejas muralla
durante la segunda mitad del siglo XIX.
El barranco Guiniguada, antes de la conquista y durante miles de años
fue un río, es decir, el agua corría por su cauce durante todo el
año. Aún en el siglo XVI fluían grandes cantidades de agua y fue
necesaria la construcción de un puente de madera para poder
cruzarlo. Según las crónicas, las crecidas del Guiniguada
destruyeron centenares de puentes de madera a lo largo de la historia
de la ciudad, hasta que a principios del siglo XIX el obispo financió
la construcción de un puente de piedra. No obstante, hay que tener
en cuenta que con la llegada de los castellanos se produjo una
deforestación masiva de la isla, este hecho conllevó a que el nivel
freático del suelo bajase considerablemente, y consecuentemente el
Guiniguada terminó siendo un barranco.
Durante la época prehispánica, la isla mantenía prácticamente
toda su masa boscosa intacta, ya que los recursos de madera que
consumía la población indígena, eran muy pequeños en relación a
toda la masa boscosa. Por aquel entonces el tipo de árbol más común
en la isla era la laurisilva, y en las zonas más cercanas a la costa
había vegetación tipo termófila. Debemos tener en cuenta que Gran
Canaria durante la época de la conquista tenía aproximadamente
entre 30 a 40 mil habitantes y los nativos obtenían madera por
métodos muy rudimentarios y artesanales. En consecuencia, gracias a
esta tenue explotación, los bosques eran casi una fuente inagotable
de material. Sin embargo, con la llegada de los castellanos y al
finalizar la conquista, se introdujeron nuevas técnicas de
producción, obviamente, más avanzadas, aparte la población de la
isla también aumentó por la llegada de nuevos colonos.
Por lo tanto, la producción de madera aumentó de forma radical,
para múltiples usos: como carbón para la producción masiva de caña
de azúcar, para la construcción de muebles, viviendas y también de
barcos. A causa de esta sobreexplotación extrema de los recursos
madereros, la masa boscosa fue desapareciendo poco a poco de la isla,
y así con el paso de las décadas la masa boscosa de Gran Canaria se
fue reduciendo drásticamente. Tomás Marín y Cubas, cronista del
siglo XVII, ya habla como toda la zona de Tamaraceite, donde antaño
había abundantes bosques de palmeras, ya habían desaparecido
prácticamente por completo. De esta manera al ir desapareciendo la
masa boscosa, las nubes originadas por los vientos alisios, al llegar
a la isla ya no se encontraban con esta masa boscosa capaz de retener
a las propias nubes, y por condensación, hacerlas llover. Por lo
tanto, al estar ya la isla completamente deforestada, ya no habían
bosques que atrapasen el agua de las nubes, en consecuencia, ya no
descargaban nada de agua por no haber árboles que las retuviesen.
Todos estos acontecimientos ocasionados por la actividad
antropogénica, menguó los recursos hídricos de la isla. Y al
menguar los acuíferos, las galerías subterráneas no recibían
nuevos aportes hídricos, por tanto, no se renovaba el agua de los
acuíferos, sino que éstos se iban consumiendo sin renovarse. Debido
a que cada vez llovía menos, el agua iba saliendo de las fuentes y
manantiales sin reponerse, entonces al llover menos, los ríos
dejaron de llevar agua permanente, se secaron. Al secarse los flujos
de agua permanentes se acarreó una aridez mayor en la isla. A grosso
modo, esto es lo que ha ocurrido para que el Guiniguada y otros
muchos barrancos de Gran Canaria dejasen de ser ríos.
A comienzos de 1970, empiezan las obras para la construcción de la
actual autovía para facilitar el acceso al centro de la isla. Como
he nombrado anteriormente el Guiniguada es un paso natural hacia el
centro. En su recorrido por los barrios de Triana y Vegueta el
barranco Guiniguada quedó canalizado por dos gigantescas tuberías
subterráneas hasta su desembocadura en el mar, finalmente, fue
cubierto bajo un manto de alquitrán por donde hoy transcurre la
autovía. Hace algunos años atrás hubo alguna que otra tentativa
para abrir nuevamente el Guiniguada, sin embargo, se quedó en nada,
debido a la incapacidad del Cabildo para solventar los costes.
Actitud, muy típica en la mentalidad de este país deshacer para
volver hacer, y viceversa, sin una organización producente ni
funcional, lógica.
Sin duda alguna, el cierre del Guiniguada fue una de las agresiones
más notorias contra el patrimonio cultural e histórico de la isla.
Aunque no es de extrañar dicho destino, ya que la difusión del
patrimonio cultural, y la educación en general, es algo antagónico
para estos dirigente que nos mal-gobiernan tanto a nivel insular,
como nacional. Pero esa es otra historia. Lo cierto es que ya a
comienzos de los años setenta el volumen del tráfico aquí en Las
Palmas ya empezaba a aumentar, y se necesitaban nuevas carreteras que
soportasen las nuevas cantidades de vehículos. Antiguamente se podía
acceder desde la capital hacia el centro de la isla por donde están
los barrios de San Roque y el Batán. Sin embargo, la carretera de
aquel entonces era insuficiente para la magnitud de tráfico que ya
generaba la isla. En ese momento ya Las Palmas rozaba los 300.000
habitantes, Gáldar tendría unos 10 o 15 mil, como mucho, mientras
que Telde contaba con unos 50 ó 60 mil. Volviendo al tema, fuera de
la capital encontramos tres pasos hacia el centro de Gran Canaria con
carreteras muy antiguas, el primero en el norte, en Gáldar, que sube
hasta la cumbre pasando por la caldera de los pinos. El siguiente,
desde Telde, subiendo por una carretera que va por los pagos de Las
Breñas y Cazadores, y después llega a la caldera de Los Marteles, y
de ahí hacia arriba, ya estás en la cumbre, también. La última,
carretera que accede a la parte central de la isla la encontramos en
el municipio de Ingenio, y ésta sube por la Pasadilla. Actualmente
aparte de la autovía que transcurre encima del Guiniguada, existe
otra autovía en la capital que va hacia el centro de la isla, desde
que abrieron el túnel de San José. La entrada está a la altura del
polígono de San Cristóbal, pasa por debajo del barrio de San José,
y va a parar a la rotonda de la fábrica de la cerveza tropical. Es
razonable, que en aquella época, era mas viable, económicamente
hablando, tapar y entubar un simple barranco con unas tuberías,
antes que traer unas costosas tuneladoras para perforar toda una
montaña, habría que haberlas traído desde la península, o incluso
desde del extranjero.
A modo de conclusión, debemos decir que a pesar de todos estos
inconvenientes, si hubiese existido un plan urbanístico serio, cosa
que nunca ha existido en el momento de planificar la ciudad durante
su crecimiento urbano, y asimismo, un interés honesto de las
autoridades por su conservación, tal vez no estaríamos hablando de
la perdida del legado cultural e histórico del barranco Guiniguada.
Sin embargo, en España nunca se ha mostrado interés por la
conservación histórica, más bien, voluntad por manipularla con
fines nacionalistas, o bien destruir lo que no interesa, como fue el
caso del Guiniguada.
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