domingo, 3 de diciembre de 2017

El barranco Guiniguada en el contexto histórico insular.

Entre los lugares más históricos y emblemáticos de Gran Canaria, debemos nombrar sin lugar a dudas el barranco Guiniguada. Su topónimo es de origen prehispánico, y es muy probable que tenga una etimología bereber. Además, es bastante factible que dicho nombre haga referencia al nivel de las aguas que en su día corrieron por aquel lugar. A unos 1850 metros de altitud nace en el centro de la isla el barranco Guiniguada su curso transcurre por el territorio administrativo de Santa Brígida, dividiéndose ahí en tres barrancos tributarios: los barrancos de la Angostura, de Alonso y el de Santa Brígida. El Guiniguada tiene un recorrido en orden descendente de unos 22 kilómetros y en su trayectoria discurre por los municipios de San Mateo y el antes citado municipio de Santa Brígida hasta desaguar entre los barrios de Triana y Vegueta. Por tanto, es un camino natural hacia el interior de Gran Canaria.


Es posible que durante la época prehispánica en la vega del Guiniguada hubiese alguna pequeña aldea nativa, ya que las áreas en donde fluye de forma periódica el agua, bien de vital importancia para todo principio de vida, suele haber normalmente núcleos estables de población, debido a la fertilidad y a los recursos que puede ofrecer la zona. No obstante, se sabe que las aguas que en antaño fueron de curso constante en el Guiniguada, sirvieron como límite divisorio entre los guanartematos de Agáldar y Telde. Y fue en el Guiniguada, en la zona costera, donde el conquistador aragonés Juan Rejón fundó en un margen del barranco, río por aquel entonces: el Real de Las Palmas, campamento castellano que daría lugar a la actual ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. Por lo tanto, una vez terminada la conquista dicho campamento daría lugar a la construcción de la ciudad colonial. Aunque fue una ciudad pequeña en extensión, como consecuencia de su reducido número de habitantes. Ciudad pequeña claro está, si la comparamos con otras ciudades castellanas, o bien, con las ciudades coloniales de América de aquella época. Así pues, los límites de la antigua ciudad estaban marcados por dos murallas: una estaba donde se ubica en la actualidad el Hotel Parque. Y aún hoy, más al interior, donde está el Castillo de Mata, se conserva un fragmento de apenas 10 ó 12 metros de aquella muralla. La otra muralla ya totalmente desaparecida se hallaba donde está ahora el cementerio de Vegueta. En la ciudad de Las Palmas fueron edificaron los edificios más básicos y característicos que toda ciudad colonial española debía tener, entre ellos, se construyó la iglesia que más tarde sería catedral. El lugar elegido para levantar la actual Catedral de Santa Ana fue al otro margen del Guiniguada respecto al campamento, este recinto religioso tuvo varias etapas de construcción durante el paso de los siglos hasta tener el aspecto actual. Y justo enfrente del templo no podía faltar la plaza de Santa Ana. Asimismo durante la época colonial encontramos en la ciudad diversos edificios y construcciones, como el edificio de la Santa Inquisición, monasterios, el Castillo de Mata, torreones, el muelle de san Telmo, ermitas, y el hospital de leprosos, ubicado casi a las afueras de la ciudad. Y entorno a todo este desarrollo y actividad estaba el barranco Guiniguana, y alrededor de éste hallamos los barrios de Triana y Vegueta. El punto de partida de la expansión urbanística de la ciudad fueron los cascos históricos de Triana y Vegueta, esto fue posible, en el momento que fueron derribadas las viejas muralla durante la segunda mitad del siglo XIX.

El barranco Guiniguada, antes de la conquista y durante miles de años fue un río, es decir, el agua corría por su cauce durante todo el año. Aún en el siglo XVI fluían grandes cantidades de agua y fue necesaria la construcción de un puente de madera para poder cruzarlo. Según las crónicas, las crecidas del Guiniguada destruyeron centenares de puentes de madera a lo largo de la historia de la ciudad, hasta que a principios del siglo XIX el obispo financió la construcción de un puente de piedra. No obstante, hay que tener en cuenta que con la llegada de los castellanos se produjo una deforestación masiva de la isla, este hecho conllevó a que el nivel freático del suelo bajase considerablemente, y consecuentemente el Guiniguada terminó siendo un barranco. 

Durante la época prehispánica, la isla mantenía prácticamente toda su masa boscosa intacta, ya que los recursos de madera que consumía la población indígena, eran muy pequeños en relación a toda la masa boscosa. Por aquel entonces el tipo de árbol más común en la isla era la laurisilva, y en las zonas más cercanas a la costa había vegetación tipo termófila. Debemos tener en cuenta que Gran Canaria durante la época de la conquista tenía aproximadamente entre 30 a 40 mil habitantes y los nativos obtenían madera por métodos muy rudimentarios y artesanales. En consecuencia, gracias a esta tenue explotación, los bosques eran casi una fuente inagotable de material. Sin embargo, con la llegada de los castellanos y al finalizar la conquista, se introdujeron nuevas técnicas de producción, obviamente, más avanzadas, aparte la población de la isla también aumentó por la llegada de nuevos colonos. 


Por lo tanto, la producción de madera aumentó de forma radical, para múltiples usos: como carbón para la producción masiva de caña de azúcar, para la construcción de muebles, viviendas y también de barcos. A causa de esta sobreexplotación extrema de los recursos madereros, la masa boscosa fue desapareciendo poco a poco de la isla, y así con el paso de las décadas la masa boscosa de Gran Canaria se fue reduciendo drásticamente. Tomás Marín y Cubas, cronista del siglo XVII, ya habla como toda la zona de Tamaraceite, donde antaño había abundantes bosques de palmeras, ya habían desaparecido prácticamente por completo. De esta manera al ir desapareciendo la masa boscosa, las nubes originadas por los vientos alisios, al llegar a la isla ya no se encontraban con esta masa boscosa capaz de retener a las propias nubes, y por condensación, hacerlas llover. Por lo tanto, al estar ya la isla completamente deforestada, ya no habían bosques que atrapasen el agua de las nubes, en consecuencia, ya no descargaban nada de agua por no haber árboles que las retuviesen. Todos estos acontecimientos ocasionados por la actividad antropogénica, menguó los recursos hídricos de la isla. Y al menguar los acuíferos, las galerías subterráneas no recibían nuevos aportes hídricos, por tanto, no se renovaba el agua de los acuíferos, sino que éstos se iban consumiendo sin renovarse. Debido a que cada vez llovía menos, el agua iba saliendo de las fuentes y manantiales sin reponerse, entonces al llover menos, los ríos dejaron de llevar agua permanente, se secaron. Al secarse los flujos de agua permanentes se acarreó una aridez mayor en la isla. A grosso modo, esto es lo que ha ocurrido para que el Guiniguada y otros muchos barrancos de Gran Canaria dejasen de ser ríos.

A comienzos de 1970, empiezan las obras para la construcción de la actual autovía para facilitar el acceso al centro de la isla. Como he nombrado anteriormente el Guiniguada es un paso natural hacia el centro. En su recorrido por los barrios de Triana y Vegueta el barranco Guiniguada quedó canalizado por dos gigantescas tuberías subterráneas hasta su desembocadura en el mar, finalmente, fue cubierto bajo un manto de alquitrán por donde hoy transcurre la autovía. Hace algunos años atrás hubo alguna que otra tentativa para abrir nuevamente el Guiniguada, sin embargo, se quedó en nada, debido a la incapacidad del Cabildo para solventar los costes. Actitud, muy típica en la mentalidad de este país deshacer para volver hacer, y viceversa, sin una organización producente ni funcional, lógica.

Sin duda alguna, el cierre del Guiniguada fue una de las agresiones más notorias contra el patrimonio cultural e histórico de la isla. Aunque no es de extrañar dicho destino, ya que la difusión del patrimonio cultural, y la educación en general, es algo antagónico para estos dirigente que nos mal-gobiernan tanto a nivel insular, como nacional. Pero esa es otra historia. Lo cierto es que ya a comienzos de los años setenta el volumen del tráfico aquí en Las Palmas ya empezaba a aumentar, y se necesitaban nuevas carreteras que soportasen las nuevas cantidades de vehículos. Antiguamente se podía acceder desde la capital hacia el centro de la isla por donde están los barrios de San Roque y el Batán. Sin embargo, la carretera de aquel entonces era insuficiente para la magnitud de tráfico que ya generaba la isla. En ese momento ya Las Palmas rozaba los 300.000 habitantes, Gáldar tendría unos 10 o 15 mil, como mucho, mientras que Telde contaba con unos 50 ó 60 mil. Volviendo al tema, fuera de la capital encontramos tres pasos hacia el centro de Gran Canaria con carreteras muy antiguas, el primero en el norte, en Gáldar, que sube hasta la cumbre pasando por la caldera de los pinos. El siguiente, desde Telde, subiendo por una carretera que va por los pagos de Las Breñas y Cazadores, y después llega a la caldera de Los Marteles, y de ahí hacia arriba, ya estás en la cumbre, también. La última, carretera que accede a la parte central de la isla la encontramos en el municipio de Ingenio, y ésta sube por la Pasadilla. Actualmente aparte de la autovía que transcurre encima del Guiniguada, existe otra autovía en la capital que va hacia el centro de la isla, desde que abrieron el túnel de San José. La entrada está a la altura del polígono de San Cristóbal, pasa por debajo del barrio de San José, y va a parar a la rotonda de la fábrica de la cerveza tropical. Es razonable, que en aquella época, era mas viable, económicamente hablando, tapar y entubar un simple barranco con unas tuberías, antes que traer unas costosas tuneladoras para perforar toda una montaña, habría que haberlas traído desde la península, o incluso desde del extranjero.


A modo de conclusión, debemos decir que a pesar de todos estos inconvenientes, si hubiese existido un plan urbanístico serio, cosa que nunca ha existido en el momento de planificar la ciudad durante su crecimiento urbano, y asimismo, un interés honesto de las autoridades por su conservación, tal vez no estaríamos hablando de la perdida del legado cultural e histórico del barranco Guiniguada. Sin embargo, en España nunca se ha mostrado interés por la conservación histórica, más bien, voluntad por manipularla con fines nacionalistas, o bien destruir lo que no interesa, como fue el caso del Guiniguada.

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