martes, 5 de diciembre de 2017

Nueva Cádiz: La primera ciudad colonial de América del Sur.


La arribada de Cristóbal Colón al Nuevo Mundo conllevó a la fundación de grandes ciudades coloniales a lo largo del continente en las décadas venideras a 1492. También acarreó guerras de conquista, pero más allá de la sangre derramada, la llegada de los castellanos implicó una nueva visión cultural, un nuevo arte y estilo arquitectónico urbano y por supuesto una nueva religión. En definitiva, la súbita aparición de esos hombres blancos y barbados, para bien o para mal, cambió de forma radical la visión de la realidad que tenían los pueblos precolombinos. El primer núcleo urbano estable en América, como bien conocemos, fue Santo Domingo, que llegó a ser una próspera ciudad colonial ya que era la puerta de entrada al mar caribe. Sin embargo el mérito honorífico de ser la primera ciudad colonial de gran importancia en América del Sur le correspondió sin lugar a dudas a Nueva Cádiz. Este asentamiento castellano fue fundado precisamente bajo la jurisdicción de la Audiencia de Santo Domingo en la región insular que actualmente pertenece al Estado de Nueva Esparta, en Venezuela. Se trata de un archipiélago del mar caribe compuesto por tres islas: La Isla Margarita (la más grande), la Isla de Coche que es solamente un islote, y por último la Isla de Cubagua donde fue levantada Nueva Cádiz en la primera mitad del siglo XVI.
 La Isla de de Cubagua con una superficie de 22 km2 es un páramo desértico ubicado frente a las costas orientales de la península de Araya. Debido a su clima árido y cálido la isla no tiene cauces naturales de agua permanente, sin embargo sí hay quebradas, o bien barrancos por donde suele pasar el agua de manera temporal. La isla presenta una vegetación con formaciones herbáceas y su fauna es en cierta manera diversa, aunque la fauna más importante es la marina. Existen diferentes especies de aves marinas tales como gaviotas y pelícanos y aves no marinas como pericos. En su litoral existen numerosas especies, como caracoles, ostras, erizos, cangrejos y una buena variedad de peces. Al contrario que la marina, la fauna terrestre es muy escasa, tan sólo existen algunas poblaciones de conejos. Pero el bien natural más preciado de Cubagua eran las ostras perleras, cuando llegaron los españoles a la isla era un lugar rico en ostrales, y precisamente la economía de Nueva Cádiz se basó en la explotación de perlas, y esa misma razón fue por la cual se fundamentó la existencia de la ciudad. Como curiosidad, a parte de las ostras perleras, uno de los recursos naturales más llamativos de la isla es el petróleo. Situándonos en la costa norte encontramos una pequeña corriente de petróleo natural en le agua. Este recurso fue conocido por los nativos prehispánicos ya que se tiene constancia que lo usaban para la protección de las canoas y para prender las antorchas. También sabemos que los castellanos exportaban petróleo de Cubagua a Europa como un producto exótico. 


La ocupación colonial de la Isla de Cubagua estuvo marcada por dos fases, siendo la última la de mayor prosperidad. En su primera etapa la isla empieza a ser poblada para la explotación de rancherías perleras desde principios del siglo XVI, finalmente, en 1520 estalla una rebelión de nativos que acaba con estos primeros habitantes. Llegado el siguiente período de ocupación que abarca de 1521 hasta 1543. Cubagua alcanza su mayor auge gracias a una notable transformación urbanística. Debido a esta considerable progresión el asentamiento adquiere el rango de villa y más tarde el de ciudad. Prácticamente, se puede decir que el período de mayor actividad humana en la isla comprende entre los años 1510 y 1544. Aunque la arqueología no descarta la llegada de grupos humanos de manera esporádica después de esas fechas. Lo cierto es que durante su época de esplendor Nueva Cádiz se convierte en una ciudad autónoma, administrada por un cabildo propio, y como consecuencia fuera de la administración de una provincia. El ámbito administrativo de Nueva Cádiz también englobó la costa de Cumaná, ya que allí adquirían diferente recursos: agua, leña, frutos y nativos para la pesca de perlas.

Como hemos citado la fecha del primer asentamiento colonial corresponde de 1510 hasta 1520. Este primer enclave tan sólo estaba formado por campamentos temporales, para la explotación de los recursos de la isla. Las casas donde vivían los trabajadores solamente eran humildes chozas hechas de cañas entretejidas y unidas con una mezcla de tierra húmeda y paja. Es muy probable que el suministro de agua para el consumo de los trabajadores fuera un problema constante ya que la isla carecía de este bien, es por ello, sin duda, que la importación de agua desde la península de Araya y el resto costa continental venezolana fuese fundamental para abastecer a los lugareños. El deseo de conseguir una mayor producción de perlas conllevó a que los nativos de la zona fueran esclavizados sin piedad, sin embargo, ante estas condiciones de trabajo tan abusivas, más de un centenar de nativos terminan rebelándose y destruyendo los campamentos coloniales.

En 1521 la Isla de Cubagua se empezó a poblar nuevamente. Para favorece la llegada de nuevos habitantes el Alcalde Mayor se encarga de repartir nuevos solares vacíos. Es en esta segunda ocupación colonial cuando la isla se convierte en un núcleo urbano de mucha importancia. En 1526 el asentamiento adquiere la categoría de villa pasándose a llamar «Villa de Santiago de Cubagua». Y gracias a la real cédula del 13 de septiembre de 1528 promulgada por Carlos I se le otorga el rango de ciudad, esta vez se le cambia el nombre por el de «Nueva Cádiz de Cubagua» y se le dota de un escudo de armas propio. A partir de 1528 la ciudad llegó a tener más de mil habitantes incluyendo a los indios y negros. Este auge demográfico hizo de Nueva Cádiz de Cubagua una ciudad colonial de notable importancia.

Este período de gran productividad fue posible gracias a la creciente industria de las perlas. Los beneficios obtenidos con la explotación perlera permitieron construir una ciudad ordenada por calles pavimentadas, la avenida más grande llegó a tener 300 metros, Nueva Cádiz también contó con plaza mayor, iglesia, conventos y mercado. Los edificios de mayor importancia en la ciudad fueron, el convento de San Francisco, la ermita de Nuestra Señora de la Concepción y el Ayuntamiento que estaba cercano a la playa. En un primer momento las casas construidas en los solares vacíos fueron de madera y caña, luego con el paso del tiempo las casas empezarían a construirse de barro, piedra, ladrillos y tejas. Debido a la falta de leña los lugareños no emplearon la técnica constructiva de cal y piedra. Para solventar este inconveniente utilizaron en sustitución de la cal un material hecho de moluscos triturados aderezados con arena.


El resto de las ganancias de la producción de perlas se destinó al pago de los dividendos a los dueños de la explotación y a financiar el alto nivel de vida de la elite local. También una parte de los ingresos fueron a las arcas del Estado. Y esos mismos ingresos estatales fueron utilizados para hacer una política destinada a fortalecer el poder imperial de Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano.

Aproximadamente, en 1538 Nueva Cádiz comienza a entrar en decadencia por la sobreexplotación de los ostrales que terminó mermando la industria de perlas. En consecuencia con esta realidad a las autoridades locales no les quedó más remedio que establecer una nueva ranchería en Guajira. De este modo los lugareños empezaron a abandonar la ciudad. En los años venideros dos acontecimientos terminaron por darle el golpe de muerte a la Ciudad de Nueva Cádiz. El primer revés, fue en noviembre de 1541, cuando la ciudad queda casi totalmente destruida a causa de un maremoto. Finalmente, estando la ciudad ya en ruinas, en julio de 1543 una pequeña flota de naves corsarias saqueó lo poco que queda en pie de Nueva Cádiz. Seguramente, el abandono de Nueva Cádiz estuvo condicionado por diversas causas, entre ellas: la falta de agua, los desastres naturales, los saqueos y la negativa de los indios a trabajar en pésimas condiciones. Sin embargo, lo cierto es que tal vez el motivo de mayor peso, fue el agotamiento de las ostras perleras debido a su explotación sin control. Por lo tanto la industria en la zona dejo de dar grandes beneficios y las autoridades se vieron obligadas a buscar nuevas zonas para la explotación de perlas, dejando así de ser la Isla de Cubagua un lugar de interés. No obstante, Nueva Cádiz no tendría un total abandono, en los siglos venideros las ruinas de la ciudad serían ocupadas por viajeros esporádicos, los fogones y restos humanos hallados in situ así lo atestiguan. Nueva Cádiz, floreció en una tierra seca y baldía, desafiando un entorno extraño con la fuerza que toda juventud de manera universal demanda, y así progresó, gracias a los generosos recursos del mar. Pero, esa ley eterna e inexorable para todo lo humano también demanda igualmente una vejez y un ocaso. Unos melancólicos versos de la época, escritos por un poeta local, lamentan la destrucción de la ciudad, según el testimonio de Juan de Castellanos:

Aquí fue pueblo plantado
cuyo próspero partido,
voló por lo más subido,
mas apenas levantado
cuando del todo caído.


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