Durante
la segunda mitad del siglo XIV, las expediciones a las Islas Canarias
empezaron a ser más activas, se puede estimar que eran casi anuales.
A pesar de ello la documentación de la época es escasa, sin
embargo, estos primeros viajes tuvieron una notoria repercusión para
la futura colonización y conquista de las islas.
Estos
primeros periplos tenían como objetivo: la exploración; la captura
de aborígenes para reducirlos a la esclavitud; y la evangelización,
que es el tema en que nos centraremos en el presente artículo. Estos
primeros navegantes fueron sobre todo mallorquines y catalanes que
actuaban como súbditos de la Corona de Aragón.
Las
empresas evangelizadoras mallorquinas y catalanas comenzaron desde el
año 1351, cuando el Papa Clemente VI, (a instancia de los propios
mallorquines) dictó la bula denominada «Coelestis rex regum», por
la cual se erigía el obispado misionero de Fortuna, o también
conocido como Obispado de Telde, bajo dependencia directa de la Santa
Sede, el primer obispo titular de la diócesis fue el carmelita Fray
Bernardo. En el año 1352 el obispó participó en la expedición que
estableció la sede en Telde, donde se construyó el primer
«Almogarén» o «casa de oración» cristiano de Canarias. Durante
este primer periodo misional se destinaron a las islas limosnas,
víveres, y sacerdotes procedentes de los centros apostolados de la
Corona de Aragón. Siendo obispo el franciscano Fray Bonanat Tarín,
tuvieron lugar las expediciones misionales de los años 1370 y 1386.
En estas últimas expediciones misionales llegaron varios anacoretas
que se establecieron como tales en Gran Canaria.
De
esta forma fue como se instauró el primer obispado de las Islas
Canarias que fue básicamente el primer intento de evangelización de
las islas, el cual terminó fracasando debido al malestar de los
aborígenes canarios a causa de las razias de piratería por parte de
los europeos. Ante estos acontecimientos, como represalia, los
naturales acabaron martirizando a varios misioneros eremitas que
finalmente fueron arrojados en la sima de Jinámar en 1493. El
obispado fue abolido a finales del siglo XIV, no obstante, siglos más
tarde resurgió como diócesis titular, es decir que existe solamente
su título, pero el obispado está extinto, por tanto se trata de un
título de carácter simbólico. El título actual de arzobispo
titular de Telde lo ostenta el sacerdote italiano Giampiero Gloder,
nombrado en 2013 por el Papa Francisco. En el escudo de la ciudad de
Telde, se observan una simbología que recuerda este pasado como
diócesis, en el emblema teldense se puede apreciar dibujado el
báculo episcopal, y además una leyenda latina que reza así;
«Fortunatarum Prima Civitas et Sedes», que atestigua de este modo,
que fue Telde la primera ciudad y sede episcopal de las Islas
Canarias.